domingo, agosto 15, 2010

Mi independencia

He luchado contra ejércitos de polillas, que flotaban a mi alrededor con ruido ensordecedor.

He cabalgado a lomos de mil caballos sin saber cuál era su destino final.

He nadado en un mar congelado de lágrimas, no solo mias sino también de los demás.

He atravesado bosques oscuros y tétricos que engendraban animales carnívoros de los que nunca quise escapar.

He sentido el frio congelador por la noche y la soledad de que nadie se congelara conmigo.

He gritado en los acantilados más altos que ha visto el hombre y he escuchado el eco de mi voz sin esperar respuesta alguna.

He visto la muerte, cara a cara y le he advertido de que no es el momento de llevarse a nadie de los que me importan.

He dormitado valientemente y he dejado que mi mente desfragmente los pedazos de felicidad que le quedan y los ordene cuidadosamente para que no se estropeen ni se pierdan.

He sentido el abrazo aliviado de los sentimientos gemelos que comparten su desgracia y su felicidad.

Y todo ha cambiado.

Ahora vuelvo a ver las estrellas y a sentirme inmerso entre tanta profundidad respirando esa inquietud que produce el infinito.

Vuelvo a oler tirado en el césped cada una de las partículas que me rodean y no me falta nada.

Ahora mi alma ha descubierto su fuerza. Ya no está sola nunca más. Se mueve con todos esos momentos vividos y anhela encontrar otros nuevos.

Ahora mi alma está dispuesta a enfrentarse con los colosos que jueguen con su inocencia y lleva las armas más capaces y potentes que tiene el ser humano, la esperanza y la renuencia de lo que no sirve para amar.