La compasión

Es eso que sienten los demás por tí cuando eres diferente. A pesar de que tú te sientes normal y eres normal y actuas de forma normal ellos te consideran alguien diferente de ellos.

Decidme que os ha ocurrido ésto alguna vez, pero cuando tú les cuentas a la gente que eres gay, mi experiencia es que la mayoría de las veces sienten compasión de ti. En ese momento empieza una especie de intento de agradarte que no tiene ningún sentido. Es decir, cuando tú esperas que te traten normal no lo hacen. Ejemplo: tengo una amiga que tiene novio y cuando está con él se dan algún beso de vez en cuando y eso, pero resulta que cuando me beso con mi novio empieza a ruborizarse, como si estuviera encima de un escenario con 1000 personas mirándola y suelta algo como: "vosotros besaros, que no miro". Ya he hablado varias veces con ella de esto pero no lo entiende.

Creo que cuando vas por la calle con tu novio, mostrando al mundo tu homosexualidad hay tres tipos de reacciones: las voces discordantes que murmuran a su acompañante o que colocan sus ojos de tal manera que captes su disconformidad con tu manera de ser, los que simplemente ya han aceptado que la homosexualidad existe, ha existido y existirá y que no les afecta para nada a sus vidas y nuevamente los compasivos. Los que comentan con sus acompañantes, "mira esos, son gays, qué fuerte eh, pobrecitos".

Pero bueno, yo tengo la suerte de tener otro tipo de amigos que, al parecer, no les va mucho eso de la compasión, y hacen preguntas de todo tipo, jajaja, incluídas sexuales. Y mis amigos son heterosexuales. Ya me dirás tú, para qué quieren saber si yo soy activo o pasivo, jajaja. En fin, a nosotros lo que nos queda es curar al mundo de espanto.

¿Qué harías si éste fuera tu último día?

¿Qué es lo que harías si te dijeran que, a las doce de la noche de hoy ibas a dejar de existir? ¿Qué es lo que no te gustaría dejar de haber hecho antes de morir?

Mi respuesta es muy dudosa y supongo que perdería por lo menos media hora del valioso tiempo que me queda pensando qué hacer. Después supongo que cumpliría alguna fantasía sexual con algún chico que no fuera mi novio y que realmente me llamara la atención. Se lo diría a mi novio y él lo entendería.

Después iría algún parque a ver anochecer y me quedaría ahí toda la noche hablando y revolcándome en el césped.

Llamaría a toda la gente que llevo en el corazón para decirles que han sido una parte muy importante en mi vida y que nunca los olvidaré. Saldría del armario con mis padres, y le pediría a mi novio que hiciera lo mismo. Además le pediría que nunca jamás tuviera miedo de ser quien es y que defendiera los derechos de los homosexuales en cada ocasión que pudiera.

Llamaría a mi exnovio y le diría que significó mucho para mi, pero que nunca se podrá parecer a mi novio, porque él no lo intentó y se rindió enseguida.

¿Y vosotros, qué haríais si fuera el último día?

La ilusión

Digamos que cuando el tiempo va pasando las cosas que antes no eran rutinarias se pueden convertir en algo a lo que no damos valor. Un simple beso de esa persona a la que tanto deseamos puede ser nuestro mayor deseo, pero una vez que lo hemos recibido el siguiente pierde algo de su valor.

Lo mismo pasa en una relación. Según pasa el tiempo, las cosas y los momentos comienzan a ser rutinarios. Salir una noche a cenar o hacer el amor puede llegar a ser algo monótono si no se aprende a innovar.

Buscar nuevas fórmulas de ver la realidad y de enfrentarse a ella y ver las cosas desde el punto de vista de una pareja y nunca desde una visión individualista puede ser la clave para una relación duradera.

La sinceridad y la empatía normalmente son las cualidades que ayudan a este propósito. Nosotros buscamos a personas que llenen nuestras vidas de cosas valiosas pero muchas veces no pensamos que ellos también esperan que nosotros llenemos las suyas.

Lo que yo me pregunto constantemente es si esta ilusión se pierde tarde o temprano, o si, por el contrario, si nos esforzamos podemos conseguir que una relación perdure sana y saludable como el primer día.

La esperanza

MIentras tenemos sueños, tenemos esperanza. Es un sentimiento que nos acompaña en los momentos difíciles, y que no se pierde o gana hasta que se obtiene un resultado.

Es en parte euforia, aunque en parte es una angustia que invita a creer y a desear, o a rogar que algo ocurra así como queremos y no como las leyes de la naturaleza lo marcan.

Es esfuerzo y es compromiso por lograr una meta. A veces es una lección que nos sirve para desear con más fuerza o en cambio otras veces nos aboca a un estado en el que los deseos son mínimos y el conformismo ocupa el mayor tiempo de nuestras vidas.

Es lanzar un grito cuando todo está en contra, o ir en contra de lo que la razón nos dicta. Es sentirse abrigado por el viento que trae la calma.

Y no os preocupéis si perdéis a veces la esperanza, porque tarde o temprano volverá a vosotros en vuestra búsqueda, ya que no hay sueños sin ella y no hay vida sin sueños.

El miedo

Es ese sentimiento del que a veces no podemos escapar. No solemos expresar que lo tenemos pero seguramente todos podemos pensar en alguna ocasión en la que nos hemos dejado llevar por él.

Miedo a la incertidumbre de qué pasará después, miedo a quedarse solo, miedo a dar demasiado o a recibir poco, miedo al olvido, miedo a los cambios o miedo al rechazo. Muchos miedos que a veces no sabemos ni siquiera de dónde procede.

Últimamente yo estoy en ese estado. Un momento en el que no sé lo que me pasa, no entiendo por qué pienso tanto y por qué me emociono más que antes. Los sentimientos afloran como si me acabara de curar de una ceguera y quisiera experimentar todo lo que el mundo puede ofrecerme.

No sé por dónde empezar. Normalmente no es el mundo el que viene a nosotros, somos nosotros los que tenemos que ir hacia el mundo. Y ya lo decía aquella cantante, que el mundo es muy grande y nosotros muy pequeños.

A ver si encuentro una brújula y por lo menos puedo saber dónde está el norte y el sur, eso me ayudaría bastante.

La soledad

Acabo de llegar de fiesta. Son las 4 de la noche y pronto me iré a dormir, pero quería dejar plasmado este momento en el blog. La noche ha sido genial, hemos cenado en una especie de tasca antigua regentada por unos orientales muy atípicos. Los huesos de las aceitunas iban todos al suelo y todos pinchabamos de dos tortillas de patata españolas que daba gusto verlas.

Después hemos ido a un bar y hemos pasado la noche allí. Cantando bailando y algunos bebiendo. Yo no he bebido que luego volvía en coche.


Y pienso que me lo he pasado muy bien toda la noche y que mañana tendré un montón de fotos de caras sonrientes y personas felices, pero ninguno de mis amigos son gays. Nadie. El único gay de mi entorno es mi novio. Ninguno de sus amigos es gay tampoco. Y eso me hace sentirme un poco solo. No es solo, en el sentido depresivo, sino solo de no poder compartir lo que siento con los demás porque no me entienden.

Y muchos de vosotros pensaréis que por qué no me van a entender. Pues porque tus amigos te aceptan como eres, pero no son gay y no saben cómo te sientes en algunos momentos al igual que tú no sabes cómo se sienten ellos.

Es muy dificil explicar a tus amigos lo que supone para nosotros no tener hijos, por ejemplo. O la homofobia que nos rodea, que aunque no lo parece, está escondida en muchos sitios esperando el momento oportuno para aparecer.

El deseo

A medida que pasa el tiempo con tu pareja el deseo se va perdiendo. Ya conoces todas las partes de su cuerpo y has realizado todas las fantasías que te puedas imaginar, entonces ¿qué te queda?

Hay un momento en las relaciones en las que nos planteamos si queremos estar con nuestra pareja y solemos engañarnos, porque decimos a nuestros amigos que no es la persona adecuada, que te estás dando cuenta de que es todo rutina, etc, lo que no contamos es que el sexo es ya muy monótono y que cada vez que vemos pasar a un maromo por la calle nos gustaría decirle: "si te vienes conmigo, dejo ahora mismo a mi pareja".

Pero claro, detrás siempre están los momentos, todas las cosas que has construido y que no quieres dejar escapar. Así que es un dilema. Seguir con la persona a la que quieres pero permanecer en esa monotonía o salir a conocer más gente, que todavía somos jóvenes.

El amor

El primero de los sentimientos de los que voy a hablar no podía ser otro que el amor.

Para mi el amor es levantarse por la mañana y pensar en él, acostarse por la noche y pensar en él. Soñar y verle en tu futuro y no poder imaginar un futuro sin él. Es sentir la gravedad en los pulmones cuando le ves. Es llorar más de lo que nunca habías llorado cuando ves a alguien que le falta lo que tu tienes.

Pero por supuesto, lo más importante del amor es que es compartido. El amor de una persona a otra debe verse reflejado en la otra persona cuando le devuelve ese amor, pero no muchas veces ocurre así, en ese caso el amor no es más que interés.

El amor nos impide pensar con claridad y nos hace ver las cosas más positivas de lo que son. El amor es sacrificio, sin esperar recompensa. Es soñar con que el mundo puede cambiar.

El amor es felicidad. Por eso chicos, el sentimiento más grandioso que podrás aprender nunca es amar y ser correspondido.